Claves semanales del 29 de septiembre al 03 de octubre de 2025
29 de septiembre de 2025
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La coyuntura macroeconómica global actual permite lecturas tanto optimistas como cautelosas. En el corto plazo, el relato más benigno sigue dominando: el crecimiento mantiene un pulso sólido, la inflación cede protagonismo y los bancos centrales disponen de margen para sostener la expansión. Sin embargo, bajo esta superficie constructiva subyacen tensiones de política económica y riesgos que podrían alterar el panorama en los próximos meses.
Monitor de mercado


En Estados Unidos, el dinamismo del consumo ha sorprendido al alza, con un crecimiento del segundo trimestre revisado al 3,8% anualizado y un arrastre positivo hacia el tercero, donde la economía avanza a un ritmo cercano al 2,7%, según las previsiones de la Fed de Atlanta. La fortaleza del gasto de los hogares se sostiene gracias al empleo y a unos ingresos que todavía crecen a buen ritmo. El informe laboral de septiembre se espera modesto, con unos 50.000 nuevos puestos de trabajo y una tasa de paro estable en 4,3%, pero suficiente para apuntalar la narrativa de crecimiento resistente sin presiones excesivas de inflación. A la vez, el consumo privado real se mantiene en terreno robusto y las encuestas de actividad manufacturera y de servicios servirán para confirmar si el aterrizaje suave sigue vigente.
La inflación estadounidense, aunque algo más firme en los últimos meses, no ha alterado sustancialmente el panorama. El deflactor subyacente del consumo privado avanzó un 0,23% en agosto, con un patrón que combina debilidad en bienes y persistencia en servicios. El resultado es coherente con un escenario de desinflación gradual, compatible con una Reserva Federal que sigue encaminada a recortar tipos de manera ordenada. El reto proviene de las presiones de oferta: los nuevos aranceles sobre productos estratégicos y las restricciones a la inmigración cualificada pueden reducir la productividad y, con el tiempo, generar tensiones salariales e inflacionistas.
En la zona euro, la actividad se mantiene débil. Los PMI compuestos repuntaron ligeramente en septiembre hasta los 51,2 puntos, gracias a los servicios, mientras que la industria sigue muy penalizada. La tendencia apunta a un crecimiento tenue en el tercer trimestre, con una inflación que se sitúa en torno al objetivo del BCE y que previsiblemente continuará moderándose en el componente subyacente. Alemania muestra una leve mejora frente a la debilidad francesa, mientras que la periferia se mantiene resiliente. La política monetaria del BCE ha entrado en un compás de espera, y aunque la recuperación cíclica parece frágil, la combinación de inflación moderada apunta a un entorno más favorable para los próximos trimestres.
El Reino Unido ofrece un cuadro menos alentador, con los indicadores adelantados cayendo y un mercado laboral más débil. El crecimiento apenas avanza y la inflación, todavía elevada en comparación con sus pares europeos, mantiene la presión sobre la política monetaria. No obstante, la senda descendente de los precios permitirá al Banco de Inglaterra sostener su giro acomodaticio en los próximos meses. En cuanto a la política fiscal, no existe ningún margen para el estímulo, habida cuenta de las crecientes tensiones sobre los tramos largos de la curva de tipos británica ante las preocupaciones sobre la sostenibilidad de la deuda pública del país.
En Asia, China concentra la atención. El crecimiento se desaceleró en verano tras meses de datos flojos, aunque algunos indicadores recientes sugieren cierta estabilización en el sector inmobiliario, con un repunte de ventas en las ciudades más grandes tras la relajación de ciertas regulaciones locales. Aun así, las perspectivas para el tercer trimestre siguen siendo débiles, con PMI manufactureros en terreno contractivo y un PIB que podría cerrar el año por debajo del 5%. La inflación permanece prácticamente plana, lo que abre espacio a estímulos adicionales, aunque la confianza empresarial y del consumidor sigue mermada. Japón, por su parte, muestra señales mixtas: la inflación se desacelera en Tokio, influida por medidas de política social, mientras que la producción industrial refleja los efectos retardados de los aranceles y la debilidad del consumo interno. El liderazgo político dentro del Partido Liberal Democrático añade incertidumbre sobre el sesgo fiscal en los próximos meses.
En emergentes, el panorama es heterogéneo. India continúa destacando con un crecimiento vigoroso y perspectivas de expansión por encima del 6%, apoyada en el consumo privado y la inversión. En contraste, América Latina enfrenta un contexto más frágil: México crece de forma modesta, afectado por la volatilidad del sector exterior, mientras Brasil mantiene un tono restrictivo en política monetaria ante la persistencia de la inflación. Turquía y otros países de Europa emergente lidian con tensiones inflacionistas y monetarias.
La política sigue siendo un factor determinante para los mercados. En EE. UU., la amenaza de un cierre de gobierno añade ruido, aunque históricamente estos episodios han tenido efectos transitorios. Más preocupante es la presión de la administración sobre la independencia de la Reserva Federal, un riesgo institucional que, de consolidarse, podría erosionar la credibilidad de la política monetaria. En Asia, la elección interna del partido gobernante japonés marcará el tono de la estrategia fiscal y monetaria, mientras que en China el horizonte está condicionado por la negociación arancelaria con EE. UU., cuyo armisticio vence en noviembre.
En este contexto, los mercados financieros han optado por privilegiar la interpretación optimista: un entorno de crecimiento suficiente para sostener beneficios empresariales, con bancos centrales que acompañan mediante recortes de tipos y una inflación que, aunque no totalmente vencida, ya no es el eje de las preocupaciones. Los aranceles son vistos de momento como ruidos de segundo plano, pero podrían volver al primer plano a medio plazo. La renta variable se beneficia de la narrativa de “Ricitos de Oro”, mientras los activos de renta fija descuentan un ciclo de flexibilización que mantiene las primas de riesgo contenidas.
En definitiva, la fotografía global permite sostener un posicionamiento constructivo en el corto plazo. La economía mundial se muestra más resiliente de lo previsto y la desinflación añade un colchón para activos de riesgo. Sin embargo, bajo la superficie, se acumulan tensiones que podrían aflorar en el horizonte de 2026: desde el rediseño de cadenas de suministro, pasando por la creciente politización de los bancos centrales. La clave estará en si la narrativa benigna logra imponerse de manera duradera.