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Claves semanales del 20 al 24 de octubre de 2025

BBVA AM España

20 de octubre de 2025

Los mercados financieros avanzan en una suerte de deriva controlada, moviéndose al compás de una actualidad que, pese a las turbulencias políticas y los sobresaltos en algunos indicadores, no ha alterado el tono general de fondo: el de una economía global que sigue creciendo, aunque de forma desigual y con un impulso cada vez más dependiente de factores políticos y tecnológicos.

Monitor de mercado

En Estados Unidos, la parálisis administrativa derivada del prolongado cierre del gobierno ha reducido la visibilidad de los datos oficiales, pero no ha logrado quebrar la confianza de los mercados. La inflación parece ceder con lentitud y la Reserva Federal mantiene un discurso acomodaticio, reafirmando su disposición a recortar tipos de interés en lo que resta de año. Las palabras de Jerome Powell han sido especialmente significativas: reconoció riesgos a la baja para el mercado laboral y anunció un inminente fin del proceso de reducción de su balance, previsiblemente en diciembre. La política monetaria estadounidense se prepara, por tanto, para un giro más flexible que podría sostener la expansión durante 2026, pese al impacto coyuntural del cierre gubernamental, que restará crecimiento al PIB del cuarto trimestre.

Europa, por su parte, vuelve a mostrar señales de estancamiento. La producción industrial de agosto se contrajo con fuerza, especialmente al excluir el volátil componente irlandés, y el arrastre sobre el PIB del tercer trimestre apunta a un crecimiento nulo. Las grandes economías del área registran retrocesos generalizados en casi todos los sectores de la industria, lo que anticipa un cierre de año débil. El Banco Central Europeo, consciente de este deterioro, mantiene su sesgo de política monetaria hacia la relajación, aunque sin comprometer nuevos movimientos inmediatos.

En el Reino Unido, la situación es más delicada. El mercado laboral da señales de fatiga: el empleo cayó en septiembre, el desempleo subió una décima hasta el 4,8%, y los salarios comienzan a enfriarse. El crecimiento mensual del PIB se mantiene en apenas un 0,1%, mientras la inflación continúa por encima del objetivo, rondando el 4%. El Banco de Inglaterra se encuentra atrapado entre la necesidad de sostener la actividad y el temor a un repunte inflacionista. Su próxima reunión podría resolverse con un voto dividido, en el que la evolución del IPC de septiembre será determinante para inclinar la balanza hacia un nuevo recorte de tipos o un mantenimiento cauteloso.

En Asia, la atención se centra en China, donde los datos de septiembre ofrecen un respiro moderado. Las exportaciones han sorprendido al alza gracias a los envíos a mercados distintos de Estados Unidos, compensando la debilidad interna. La inflación subyacente avanza lentamente, mientras los precios industriales comienzan a dejar atrás la fase más aguda de la deflación. Sin embargo, el consumo y la inversión permanecen débiles: las ventas minoristas se desaceleran y la demanda de crédito privado sigue floja. El crecimiento del PIB del tercer trimestre probablemente se sitúe por debajo del 5%, aunque el dato podría ser algo más favorable de lo previsto. Las autoridades se preparan para el Cuarto Pleno del Comité Central, donde se definirá la orientación estratégica del próximo plan quinquenal, centrado en la autonomía tecnológica, el desarrollo de la inteligencia artificial y la resiliencia de las cadenas de suministro.

El resto de Asia mantiene un pulso más firme. India, Indonesia y Filipinas crecen por encima del 5%, impulsadas por la inversión pública y el dinamismo del sector servicios, mientras que Corea del Sur y Taiwán se benefician de la recuperación tecnológica global. Japón, en cambio, atraviesa un periodo de incertidumbre política y económica: la dimisión del anterior primer ministro ha abierto paso a Sanae Takaichi, que busca consolidar su liderazgo mediante alianzas con partidos minoritarios, al tiempo que promete disciplina fiscal y prudencia monetaria. El Banco de Japón continúa reduciendo gradualmente sus compras de bonos y ha iniciado tímidas ventas de activos financieros, en una transición hacia una política menos intervencionista.

En el plano político y geoestratégico, la tensión entre Estados Unidos y China sigue marcando la agenda. Las amenazas de nuevos aranceles del presidente Trump y las restricciones chinas sobre las exportaciones de tierras raras forman parte de una partida negociadora cuyo desenlace se jugará en las próximas semanas. Pese a los titulares, ambos gobiernos parecen decididos a evitar una ruptura total y a preservar los canales comerciales esenciales. Europa, atrapada entre las dos potencias, se enfrenta a un dilema estructural: depende de Estados Unidos en materia tecnológica y de seguridad, y de China en el procesamiento de minerales críticos, una vulnerabilidad que condiciona su margen de maniobra.

En el frente político europeo, Francia ha logrado un frágil alivio tras la ratificación del gobierno de Sébastien Lecornu, quien ha garantizado su continuidad suspendiendo la reforma de las pensiones hasta después de las elecciones presidenciales de 2027. No obstante, las tensiones parlamentarias persisten y la aprobación del presupuesto de 2026 se anticipa complicada. En esta línea, el mayor optimismo se ha visto rápidamente empañado por una nueva advertencia de los mercados. En una decisión inesperada, S&P rebajó la calificación soberana de Francia a A+ desde AA-, alegando que la incertidumbre presupuestaria sigue siendo muy elevada. Con esta decisión, Francia pierde su doble “A” en dos de las tres principales agencias. En Latinoamérica, Argentina continúa siendo foco de volatilidad, con los mercados reaccionando a las idas y venidas del apoyo estadounidense y a la incertidumbre de las elecciones de finales de mes, mientras Brasil y México mantienen trayectorias moderadas pero estables.

El balance general de los encuentros anuales del FMI y el Banco Mundial en Washington ha sido más optimista que en la primavera. Lejos del temor a una recesión global, los participantes destacaron la resiliencia de las economías desarrolladas y la contribución inesperadamente positiva de la inversión en inteligencia artificial, que ha compensado parte del impacto del proteccionismo y de la fragmentación comercial. No obstante, persisten las advertencias: la acumulación de deuda pública, el auge del crédito fuera del sistema bancario tradicional, la sobrevaloración de los activos tecnológicos y la rápida digitalización de los pagos son riesgos que podrían amplificarse si las condiciones financieras siguen siendo tan laxas. Por ahora, la sensación dominante es de una calma tensa: los mercados flotan entre el alivio de haber esquivado el peor escenario y la conciencia de que las vulnerabilidades estructurales siguen ahí, latentes bajo la superficie de una economía que se deja llevar.