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Claves semanales del 24 al 29 de noviembre de 2025

BBVA AM España

24 de noviembre de 2025

El panorama global de las últimas jornadas refleja un entorno económico y de mercados dominado por la volatilidad y por una narrativa de fondo que sigue girando en torno al impacto transformador de la inteligencia artificial.

Monitor de mercado

Los movimientos recientes en las bolsas, con idas y venidas violentas, han estado impulsados tanto por factores técnicos como por el flujo de noticias macro y empresariales. El epicentro de esa volatilidad ha sido, una vez más, Estados Unidos, donde el ciclo de inversión vinculado a la IA y la política monetaria de la Reserva Federal siguen marcando el pulso de los activos de riesgo.

La publicación de los resultados de Nvidia volvió a demostrar que los grandes valores tecnológicos se han convertido en auténticos indicadores macroeconómicos. La compañía, cuyo peso llega a representar en torno al 3% de la capitalización bursátil mundial, superó las previsiones con un crecimiento de beneficios superior al 60% interanual. El mercado reaccionó con un rebote inicial tras las caídas acumuladas, pero la recuperación fue efímera y dio paso a un nuevo episodio de inestabilidad. Este patrón refleja el equilibrio precario entre la narrativa de largo plazo —que sostiene que la revolución tecnológica aún está lejos de agotarse— y las tensiones de corto plazo derivadas de valoraciones muy exigentes y de un contexto monetario incierto.

En el plano macro, los datos de empleo estadounidense aportaron señales mixtas. La creación de puestos de trabajo superó lo esperado, lo que refuerza el poder adquisitivo de los hogares y da apoyo al consumo de los segmentos más dependientes de la renta laboral. Sin embargo, la tasa de paro repuntó hasta el 4,4%, su nivel más alto desde 2021, al aumentar la tasa de participación en el mercado laboral. En conjunto, el informe no resuelve las discrepancias internas en el seno de la Reserva Federal sobre la conveniencia de un nuevo recorte de tipos en diciembre. En este sentido, las actas de la reunión de octubre revelan un Comité dividido: una mayoría reconoce que los tipos deberán bajar con el tiempo, pero difieren en el momento adecuado para hacerlo. La ausencia de nuevos datos de empleo oficiales antes del encuentro de diciembre añade incertidumbre y mantiene las expectativas del mercado repartidas casi por igual entre una pausa y un recorte.

Fuera de Estados Unidos, las señales de actividad global también son dispares. En la eurozona, los indicadores adelantados de noviembre se mantienen en terreno expansivo, aunque con una leve pérdida de impulso. Los servicios siguen sosteniendo el crecimiento, mientras la manufactura vuelve a mostrar fatiga, especialmente en Alemania. Francia y el sur de Europa aportan una dinámica algo más estable, lo que sugiere un cuarto trimestre de crecimiento positivo pero inferior a tendencia. En el Reino Unido, en cambio, los datos recientes confirman una clara moderación: el PMI compuesto cae hasta los 50,5 puntos, las ventas minoristas se contraen y la confianza del consumidor retrocede. La inflación, por su parte, continúa descendiendo hasta el 3,6% interanual, con una subyacente en el 3,4%.

En Asia, Japón registró en el tercer trimestre una contracción del PIB menor de la esperada, lastrado por factores puntuales como el desplome de la inversión en vivienda. Sin embargo, la política fiscal expansiva del gobierno Takaichi y la mejora de salarios deberían apuntalar la actividad en los próximos trimestres. La inflación se mantiene firme, con el índice subyacente en el 3,1%. Paralelamente, China sigue mostrando un patrón de crecimiento moderado, apoyado en el sector exportador, mientras los intentos de estimular el consumo interno continúan siendo limitados. En el resto de Asia emergente, las tasas de expansión siguen siendo robustas, con India a la cabeza.

La cuestión fiscal ha vuelto al primer plano en las economías avanzadas. Japón aprobó el mayor presupuesto suplementario desde la pandemia, superior a 21 billones de yenes, destinado a mitigar el impacto de la inflación y reforzar la inversión estratégica en inteligencia artificial, semiconductores y defensa. La magnitud del estímulo genera inquietud sobre la sostenibilidad de la deuda y el riesgo de desanclaje fiscal. En el Reino Unido, el nuevo presupuesto se presenta con un enfoque prudente para evitar repetir errores del pasado. La estrategia apunta a una consolidación fiscal de hasta 30.000 millones de libras mediante subidas impositivas graduales. En Francia, el bloqueo político dificulta la aprobación de los presupuestos, mientras en Alemania las tensiones dentro de la coalición amenazan con frenar las reformas estructurales, a pesar de un contexto presupuestario relativamente holgado.

En el terreno comercial, Estados Unidos ha iniciado una serie de ajustes arancelarios con la intención declarada de aliviar la presión inflacionista y favorecer nuevas negociaciones internacionales. En las últimas semanas se han reducido gravámenes a productos agrícolas y se ha avanzado hacia un acuerdo con India que podría implicar la eliminación de sanciones vinculadas a las compras de crudo ruso. Sin embargo, la dinámica subyacente del comercio mundial no cambia: la balanza por cuenta corriente estadounidense seguirá mostrando déficit estructural, mientras China mantiene su modelo basado en el ahorro elevado y las exportaciones. Este desequilibrio continúa siendo una fuente latente de tensiones comerciales, como refleja la reciente coordinación entre países de la OCDE para responder al exceso de acero barato procedente de Asia.

En suma, el panorama global combina una macroeconomía más resistente de lo previsto con un entorno político y financiero más complejo. Las economías avanzadas crecen a ritmos moderados mientras las emergentes, lideradas por Asia, sostienen la expansión global cerca del 3%. La inflación sigue cediendo, lo que otorga margen a los bancos centrales para continuar normalizando sus políticas, aunque el proceso será heterogéneo y dependiente de los datos. En medio de estas dinámicas, las tensiones en torno al ciclo de inversión en IA reflejan una mezcla de entusiasmo y ansiedad ante la nueva frontera tecnológica y la fragilidad de los equilibrios económicos. En este contexto, la volatilidad es la expresión natural de un mercado que busca reencontrar su punto de equilibrio entre la exuberancia del crecimiento potencial y la prudencia que impone un entorno todavía incierto.