Claves semanales del 4 al 8 de noviembre de 2024
04 de noviembre de 2024
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Las elecciones estadounidenses siempre son relevantes para la economía global, dado el papel hegemónico de Estados Unidos, aunque en esta ocasión podríamos decir que la importancia relativa de estas elecciones excede con creces los patrones históricos, ya que plantea riesgos significativos respecto del modelo de funcionamiento económico mundial de las últimas décadas.
Monitor de mercado
En particular, algunas de las propuestas económicas del candidato Donald Trump, podrían afectar profundamente a las bases del comercio internacional. Por ejemplo, imponer aranceles del 60% a todas las importaciones de productos chinos y del 10% a las del resto de mundo, haría que la tasa arancelaria promedio de Estados Unidos volviera a su nivel de 1935. Si se implementa plenamente, y teniendo en cuenta las probables represalias de las contrapartes respecto de las exportaciones americanas, podría afectar dramáticamente a los flujos globales de comercio e inversión.
Por otra parte, las propuestas de política fiscal de Trump, como apuntábamos en el documento de la semana pasada, exacerbarían los problemas fiscales de Estados Unidos en mayor medida que las de Harris. Dicho esto, existe una gran controversia respecto del grado de implementación real de estas propuestas, que dependerán del control republicano de las Cámaras, de las reacciones del resto de mundo y del enfoque político que termine priorizando Trump, si finalmente accede a la Casa Blanca.
En este sentido, no son pocos los analistas que sugieren que el verdadero objetivo de Trump con su amenaza arancelaria es crear una base sólida de negociación con el resto del mundo, para obligar a los socios comerciales a comprar más productos norteamericanos y negociar un mejor acuerdo para Estados Unidos. Algunos opinan que incluso para Europa, donde Trump es especialmente temido por su política arancelaria y por su amenaza de retirarse de la OTAN, su presidencia podría resultar positiva a medio plazo, ya que obligaría a Europa a invertir en su propia defensa y a integrar más sus economías, ayudando de esta forma al progreso de la región.
¿Quién sabe? En todo caso, sea una cosa o la otra, la incertidumbre será relevante incluso después del proceso electoral, ya que las implicaciones del resultado tampoco son sencillas de prever, especialmente en caso de una victoria de Trump combinada con el control republicano de Congreso y Senado. Por lo tanto, aunque existen otros factores de interés para los mercados en el corto plazo, como las próximas decisiones de los bancos centrales, palidecen en comparación con los cambios que pueden ocurrir a nivel mundial tras la elección del próximo martes.
Y además, el resultado sigue estando muy abierto: las encuestas apuntan a un empate técnico entre ambos candidatos, incluyendo la totalidad de los estados “bisagra” que podrían ser decisivos en el resultado final. En la última semana, las probabilidades de Harris se han recuperado ligeramente y, en el momento de escribir estas líneas, las casas de apuestas le otorgan la misma probabilidad de victoria que a Trump.
Para aumentar la incertidumbre, las perspectivas políticas también dependerán de forma crítica de los resultados en la Cámara de Representantes y el Senado, y la carrera en el primero es extremadamente reñida. Los demócratas son los favoritos para ganar por una estrecha mayoría, mientras que los republicanos parten como favoritos para ganar el Senado, lo que resultaría en un Congreso dividido.
Por último, aunque no menos importante, aunque la votación finalizará el martes, es posible que no tengamos los resultados finales hasta dentro de varios días o incluso varias semanas. Si Trump o Harris logran una victoria incontestable, los resultados se harán oficiales el día 6, pero si una de las partes impugna los resultados, la incertidumbre podría extenderse hasta el mes de diciembre.
En resumen, durante los próximos días comenzarán a aclararse algunas de las cuestiones políticas fundamentales para Estados Unidos y el resto del mundo, aunque ya hemos visto que las consecuencias se extenderán probablemente en el tiempo.
En China, el Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional tiene previsto reunirse del 4 al 8 de noviembre, y las decisiones se darán a conocer el 8 de noviembre. Es probable que, ahora sí, se anuncien medidas políticas concretas, aunque está por verse el alcance de las mismas. En este sentido, el mercado espera que se anuncie un estímulo moderado, con un apoyo fiscal de unos 2 billones de yuanes más otros 6 billones de yuanes para refinanciar el endeudamiento de los gobiernos locales.
De los 2 billones de estímulo fiscal, una parte se destinará a la recapitalización de los bancos, mientras que otra podría utilizarse para apoyar el consumo. Es probable, por tanto, que las autoridades se centren en la reducción del riesgo, en lugar de en impulsar la demanda a gran escala. Sin embargo, los líderes chinos seguirán de cerca el resultado de las elecciones americanas y podrían contemplar un paquete de estímulo más grande para mitigar los posibles riesgos derivados de una política arancelaria más dura, aunque es poco probable bajo nuestro punto de vista, dadas las incertidumbres que acabamos de comentar sobre el alcance real de las políticas comerciales, incluso en el caso de victoria de Trump.
La semana pasada fue muy rica en acontecimientos y, en este sentido, conocimos el presupuesto fiscal del nuevo gobierno laborista de Reino Unido, que resultó ser más expansivo de lo que esperaba el mercado. Tanto los impuestos como los gastos crecen más de lo esperado y la trayectoria de descenso del déficit público se ralentiza respecto a lo previamente esperado a lo largo de los próximos años. La reacción del mercado fue inicialmente negativa, aunque a una escala completamente diferente a la que se produjo tras el «minipresupuesto» de Liz Truss.
En el ámbito macroeconómico, los datos de empleo sorprendieron a la baja en Estados Unidos y se registró un modesto repunte de 12.000 nóminas, muy por debajo de las previsiones del mercado. Dicho esto, se esperaba un dato volátil y resulta difícil distinguir hasta qué punto esto indica una actividad subyacente más débil o simplemente los efectos de los huracanes que azotaron el país.
Por un lado, hay una serie de indicadores que avalan la solidez del mercado laboral, como las menores solicitudes de subsidios por desempleo, una fuerte encuesta de empleo privado elaborada por la empresa ADP y una tasa de desempleo que se mantuvo en línea con las expectativas, en el 4,1%. Por el contrario, la oferta laboral dio una señal negativa en septiembre y la encuesta de rotación laboral y puestos de trabajo vacantes se enfrió mucho más de lo previsto.
El resto de datos macroeconómicos siguieron siendo en general favorables y el PIB del tercer trimestre registró un crecimiento del 2,8% trimestral anualizada, manteniendo en gran medida el elevado ritmo elevado del segundo trimestre. El dato se vio impulsado por el consumo privado, un indicador del impulso subyacente que se aceleró hasta el 3,7% trimestral anualizado. De hecho, el PCE real también se mantuvo fuerte al final del tercer trimestre, creciendo un 0,4% mensual en septiembre, superando las expectativas y creando un sólido efecto de arrastre para el cuarto trimestre.
Más sorprendentes fueron los datos publicados en Europa. En particular, el PIB del tercer trimestre de la zona del euro creció un 0,4% trimestral, acelerándose respecto del segundo trimestre y superando las previsiones del mercado y las del BCE. Aunque la solidez del dato se vio impulsada por los Juegos Olímpicos de Francia y la volatilidad de Irlanda, también se apreciaron algunas señales tempranas de recuperación en el consumo privado.
Al mismo tiempo, el IPC de octubre fue más alto de lo esperado en la eurozona y rebotó hasta el 2,0% interanual, impulsado por la energía y los alimentos, mientras que la tasa subyacente se mantuvo en el 2,7% interanual. Por último, la tasa de desempleo alcanzó un nuevo mínimo histórico en el 6,3%. En general, estos datos refuerzan el argumento a favor de mantener el ritmo de flexibilización del BCE de 25 puntos básicos en el mes de diciembre, en lugar de aumentarlo hasta los 50 puntos básicos, como se llegó a descontar.