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Claves semanales del 1 al 5 de diciembre de 2025

BBVA AM España

01 de diciembre de 2025

Los mercados han recuperado el pulso con una rapidez que contrasta con la pérdida de tracción en algunos segmentos de la economía real.

Monitor de mercado

El retroceso reciente ligado al ajuste en valores de inteligencia artificial ha quedado prácticamente borrado: la renta variable estadounidense ha rebotado con fuerza, recuperando por completo la corrección de noviembre. Ese movimiento refleja que el mercado sigue anclado en la narrativa de crecimiento moderado e inflación contenida, y que los inversores no interpretaron aquel episodio como un cambio estructural, sino como un ajuste técnico.

Sin embargo, este optimismo financiero convive con un consumidor estadounidense claramente fatigado. Las ventas minoristas de septiembre avanzaron apenas un 0,2% mensual, por debajo de lo esperado, lo que sugiere que parte de la fortaleza veraniega respondió a un adelanto puntual del gasto vinculado a la vuelta al colegio. La confianza del consumidor también se ha debilitado: el índice del Conference Board retrocedió hasta los 88,7 puntos en noviembre, su registro más bajo desde primavera, acompañado de un deterioro en la valoración del mercado laboral. Estos signos de enfriamiento consolidan la expectativa de un nuevo recorte de 25 puntos básicos por parte de la Reserva Federal en diciembre, que los mercados ya descuentan con una probabilidad cercana al 80%. La institución ha dejado correr esa interpretación sin contradecirla y, con la entrada en vigor del periodo en el que sus miembros guardan silencio antes de cada reunión —una regla diseñada para evitar mensajes que puedan condicionar a los mercados en la recta final previa a la decisión—, su margen de comunicación es ahora prácticamente nulo. Más allá de diciembre, existe incertidumbre sobre el perfil de política monetaria para 2026, en un contexto donde la sucesión en la presidencia de la Fed puede influir en el sesgo de tipos.

Paralelamente, la Administración estadounidense ha activado medidas para aliviar las presiones de precios mediante recortes arancelarios selectivos. La relajación de tarifas agrícolas —especialmente relevante para productos procedentes de economías latinoamericanas como Perú, Ecuador o Brasil— busca incidir en la cesta de la compra y responder a un electorado sensible a la inflación alimentaria. Las negociaciones comerciales con la Unión Europea han reanudado su marcha, aunque sin avances significativos en áreas donde Bruselas reclama excepciones, como el vino, el aceite o los productos lácteos. Esta aproximación pragmática —cierto proteccionismo estratégico combinado con alivio puntual donde los precios erosionan más al consumidor— refleja una prioridad política clara: sostener el poder adquisitivo sin comprometer los intereses industriales domésticos.

En Europa, el panorama es menos uniforme, pero muestra signos de mejora gradual. Alemania confirmó un crecimiento nulo en el tercer trimestre, con una composición poco favorable: caída del consumo privado, inversión marginal y exportaciones debilitadas tras un adelanto de pedidos a comienzos de año. El índice Ifo retrocedió ligeramente, arrastrado por un componente de expectativas más débil. Francia mantuvo un crecimiento del 0,5% en el trimestre y en Italia se revisó al alza hasta el 0,1%, mientras el índice de sentimiento económico de la Comisión Europea repuntó ligeramente gracias al sector servicios. La confianza del consumidor, en cambio, sigue deprimida. Las lecturas preliminares de inflación en Alemania, Francia, Italia y España apuntan a un IPC general estancado en el 2,1% interanual y una subyacente estable en el 2,4%. Esta estabilidad, combinada con señales de recuperación parcial, ofrece al BCE un margen para mantener un enfoque prudente, sin intensificar todavía el debate sobre futuras bajadas de tipos.

En Reino Unido, el presupuesto de otoño ha proporcionado cierto alivio financiero al introducir más gasto social y, al mismo tiempo, generar una holgura fiscal mayor de la anticipada. Sin embargo, buena parte del ajuste se aplaza a partir de 2028, lo que siembra dudas sobre su credibilidad, especialmente al coincidir con un posible año electoral. Aun así, el mercado de deuda reaccionó positivamente, con un descenso acusado en la rentabilidad a 30 años tras la presentación del presupuesto. Esta respuesta indica que, de momento, los inversores otorgan el beneficio de la duda a la estrategia fiscal del Gobierno. En Francia, por el contrario, el proceso presupuestario sigue bloqueado entre la Asamblea Nacional y el Senado, abriendo la puerta a una tramitación prolongada que mantiene la incertidumbre fiscal.

En Japón, la nueva batería de estímulos fiscales —por un importe superior a los 20 billones de yenes— genera más preguntas que respuestas. La mayor parte del paquete se articula a través de transferencias y ayudas que, dada la baja propensión marginal al consumo en el país, tienen un impacto limitado sobre el PIB. Además, parte del gasto se diluye en importaciones y la ejecución presupuestaria suele quedarse por debajo de lo previsto. El efecto final sobre el crecimiento sería modesto, cercano a dos décimas en 2026. El Banco de Japón, que ha intensificado su comunicación sobre futuras subidas de tipos, mantiene el dilema de actuar pronto para contener la depreciación del yen o esperar para coordinarse con el Gobierno. Aunque un movimiento en diciembre no puede descartarse, el escenario central sigue apuntando a enero, con un ciclo de normalización monetaria muy gradual.

En China, el PMI oficial de noviembre volvió a mostrar un deterioro preocupante de la actividad, confirmando que la economía entra en el final del año sin un motor interno capaz de sostener el crecimiento. El índice manufacturero repuntó marginalmente desde los 49,0 a los 49,2 puntos y encadenó su octavo mes por debajo del umbral de 50, reflejo de una demanda débil, una cartera de pedidos que sigue en contracción y un consumo que continúa desacelerándose. Más inquietante aún fue la caída del PMI no manufacturero, que descendió hasta los 49,5 puntos y entró en contracción por primera vez desde la reapertura de 2023. En conjunto, los datos anticipan que China cerrará el año sin un catalizador orgánico que reactive la demanda privada. El Gobierno probablemente cumplirá su objetivo de crecimiento del 5%, pero lo hará apoyándose en impulsos puntuales y con la necesidad de preparar un paquete de estímulos más significativo de cara a 2026.

El frente geopolítico añade otro elemento de complejidad. Las conversaciones para un posible alto el fuego en Ucrania han vuelto a ganar tracción tras el plan de 28 puntos impulsado por Washington, aunque siguen existiendo discrepancias fundamentales sobre territorios y garantías de seguridad. La eventual reintegración económica de Rusia, condicionada a un levantamiento progresivo de sanciones, genera muchas dudas: el calendario sería largo, las implicaciones para las empresas europeas siguen abiertas y no está claro cómo afectaría a los compromisos de gasto en defensa asumidos por varios países europeos durante la guerra.

En conjunto, la economía global navega un momento de contraste. Los mercados mantienen una resiliencia notable, sostenidos por la expectativa de tipos más bajos y la percepción de que los riesgos relacionados con la inteligencia artificial han sido absorbidos sin mayor daño. Sin embargo, el consumo estadounidense pierde ímpetu, Europa avanza con un crecimiento muy desigual y Japón se apoya en estímulos que probablemente tendrán un impacto limitado.