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Claves semanales del 9 al 13 de junio de 2025

BBVA AM España

09 de junio de 2025

Durante el mes de mayo y el arranque de junio, los mercados han desafiado el tradicional refrán bursátil que aconseja "vender en mayo y retirarse" y, lejos de retroceder, el S&P 500 ha logrado una subida superior al 6%, sostenida por un conjunto de factores técnicos y fundamentales.

Monitor de mercado

La tregua comercial entre Estados Unidos y China ha contribuido a este clima de confianza, junto con unos resultados corporativos que, en casos como Nvidia, siguen batiendo expectativas. A ello se suma la resiliencia de la economía estadounidense, donde los indicadores de confianza del consumidor, la estabilidad de los precios y los recientes datos de empleo apuntan a un horizonte sin recesión inminente.

No obstante, la narrativa empieza a mostrar signos de complejidad. La administración Trump, en su segunda etapa, se encuentra ahora sujeta a un mayor grado de control institucional. El estilo de gobierno basado en órdenes ejecutivas enfrenta crecientes contrapesos tanto judiciales como legislativos, lo que condiciona su margen de maniobra. En este contexto, la tramitación del llamado “Big Beautiful Bill” (BBB) se ha convertido en un eje de tensión política. El extenso documento legislativo, de más de mil páginas, incluye cláusulas controvertidas como la sección 899, que ha despertado preocupación entre los inversores internacionales. Pero más allá del ruido político, lo relevante es que el proceso legislativo se extenderá previsiblemente hasta finales de julio, coincidiendo con el receso del Congreso, y generará una elevada dosis de incertidumbre política en ese intervalo.

Este ambiente ya ha provocado fisuras visibles en el bloque oficialista. La disputa pública entre Donald Trump y Elon Musk, detonada por el posible recorte a los incentivos para vehículos eléctricos, ha sido el primer enfrentamiento serio entre dos figuras emblemáticas del movimiento MAGA. Más allá del impacto directo —Tesla perdió un 14% de su valor en una sola jornada—, el episodio pone en evidencia que no todos los intereses dentro del nuevo gobierno están alineados y que los riesgos de fragmentación interna son reales.

En paralelo, la agenda comercial se vuelve a tensar. El plazo para resolver la situación de las tarifas recíprocas expira en cuestión de semanas y, hasta ahora, no se han concretado acuerdos relevantes, ni siquiera con la Unión Europea. La reciente llamada entre Trump y Xi Jinping sirvió para calmar los ánimos tras las acusaciones de incumplimiento del pacto de Ginebra por parte de China. Sin embargo, el trasfondo revela una verdad estratégica incómoda para Washington: su dependencia de materias primas críticas procesadas en China. Gráficos recientes muestran que más del 80% de las tierras raras importadas por EE. UU. provienen de China, que también lidera el refinado global de litio, cobalto y otros minerales esenciales. Esta asimetría resta capacidad de presión al bloque occidental y refuerza la posición negociadora de Pekín.

Europa, mientras tanto, se ve arrastrada a una partida de ajedrez geopolítico que entrelaza comercio, seguridad y política monetaria. El viaje del canciller alemán Merz a la Casa Blanca no logró avances sustanciales en ninguno de esos frentes. Trump se mostró ambiguo respecto a un eventual acuerdo comercial y rechazó aumentar la presión sobre Rusia en el conflicto ucraniano. En cambio, deslizó que, de persistir la guerra, podría imponer sanciones tanto a Moscú como a Kiev. Esta postura llega en vísperas de la cumbre de la OTAN del 24 y 25 de junio, en la que se discutirá un posible aumento del gasto en defensa hasta el 5% del PIB, dividido entre presupuesto militar directo y otras partidas de seguridad más amplias. La fórmula, apoyada por el secretario de Defensa estadounidense, permitiría a Europa mantener cierta flexibilidad fiscal sin contradecir abiertamente las exigencias de Washington.

En el frente monetario, el Banco Central Europeo decidió recortar sus tipos de interés en 25 puntos básicos, pero lo hizo acompañando el gesto con un discurso más restrictivo de lo esperado. Christine Lagarde dejó entrever que el ciclo de recortes podría estar llegando a su fin, incluso aunque las previsiones internas sitúen la inflación por debajo del objetivo del 2% a partir del tercer trimestre de este año. Aun así, la puerta a nuevos estímulos no está completamente cerrada: si el crecimiento decepciona o la inflación se revisa aún más a la baja, podrían producirse nuevos ajustes en septiembre y diciembre, con un tipo terminal en el 1,5%.

Mientras tanto, los datos macroeconómicos siguen siendo una fuente de apoyo para los mercados. En Estados Unidos, la creación de empleo en mayo fue de 139.000 puestos, algo por encima de lo previsto, y la tasa de paro se mantuvo estable en el 4,2%. Aunque el ritmo de contratación se ha ralentizado respecto al año anterior, esta desaceleración se produce de forma gradual y en consonancia con una política monetaria aún restrictiva. En Europa, el crecimiento del PIB del primer trimestre fue revisado al alza gracias a factores puntuales, como el adelanto de exportaciones antes de la aplicación de aranceles y circunstancias específicas en Irlanda. No obstante, el impulso subyacente es débil y se anticipa una contracción en el segundo trimestre.

En China, los indicadores PMI manufactureros de mayo mostraron cierta mejora, impulsados por un repunte en la producción y los pedidos de exportación, aunque la demanda interna se mantuvo débil. En este sentido, el dato de IPC en mayo evidenció una persistente presión deflacionista, al registrar una caída interanual del -0,1%, marcando el cuarto mes consecutivo con cifras negativas. Aunque la demanda turística durante los festivos impulsó temporalmente algunos precios de servicios, como transporte y alojamiento, fue insuficiente para compensar la debilidad en los bienes de consumo, especialmente los no alimentarios. El índice de precios al productor también profundizó su caída, con un descenso interanual del -3,3%, encadenando 32 meses de bajas. La persistencia de estas dinámicas sugiere que el deflactor del PIB podría seguir retrocediendo, reflejando una débil transmisión de estímulos fiscales hacia el consumo y un entorno competitivo con guerras de precios que impiden una recuperación sostenida de los precios.

También en el gigante asiático, las exportaciones de China crecieron un 4,8% interanual en mayo, por debajo de lo previsto, debido al desplome del 34,4% en los envíos a Estados Unidos, el mayor desde febrero de 2020. A pesar de la reciente tregua arancelaria, la caída refleja el deterioro de la demanda estadounidense y el limitado impacto del alivio temporal. Mientras tanto, las exportaciones a otros destinos aumentaron un 11%, lo que permitió sostener el superávit comercial. Sin embargo, las importaciones también cayeron por tercer mes consecutivo, reflejo de la débil demanda interna.

En conjunto, el escenario global combina todavía un tono macroeconómico benigno con señales crecientes de tensión política, fragilidad geoestratégica y un posible cambio de rumbo en la política monetaria europea. La euforia reciente de los mercados puede resultar efímera si estas tensiones cristalizan en decisiones políticas o económicas adversas. Es tiempo de cálculo fino, de movimientos estratégicos y de entender que el juego de poder, más que nunca, está sobre la mesa.