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Las claves semanales del 4 al 8 de diciembre de 2023

BBVA AM España

04 de diciembre de 2023

Si empezamos a recapitular, a falta de un mes para que termine el año 2023, es probable que el acontecimiento macroeconómico más positivo sea la reversión del mayor fenómeno inflacionista en décadas. De esta forma, en el año 2022 saltó por los aires la narrativa de la inflación transitoria y los bancos centrales se embarcaron en el ciclo de ajuste más rápido de los últimos tiempos. En consecuencia, el año 2023 nos ha traído una fuerte desinflación y, por tanto, la conclusión del ciclo de endurecimiento monetario.

Monitor de mercado

Tanto en Estados Unidos como en la eurozona, las tasas de inflación general han conseguido acercarse mucho a los objetivos de los bancos centrales y, en algunos casos, acercarse al 0% de crecimiento interanual. En la última semana, los datos del deflactor del consumo privado al otro lado del Atlántico mostraron que las presiones sobre los precios siguieron cayendo y se situaron en el 3,0% interanual en tasa general y el 3,5% interanual en tasa subyacente. Es más, la llamada inflación “supercore”, la métrica de precios favorita de la Reserva Federal, que mide la evolución de los precios de los servicios básicos excluyendo energía y vivienda, volvió al promedio previo a la pandemia, lo que sugiere que las presiones inflacionistas están retrocediendo de forma generalizada.

Del mismo modo, la inflación preliminar de noviembre en la eurozona sorprendió marcadamente a la baja, desacelerándose hasta el 2,4% interanual en comparación con las expectativas del consenso del 2,7% interanual. Al igual que en Estados Unidos, los datos apuntan a una debilidad generalizada en todos los países y componentes. Esto incluye la lectura para la inflación subyacente, que cayó al 3,6% interanual, dos décimas por debajo de lo esperado y tanto los bienes como los servicios básicos se debilitaron notablemente. En Japón, que se encuentra en una etapa diferente del ciclo inflacionista, también está viendo un crecimiento de los precios más suave.

Para los mercados, no fueron sólo las cifras favorables de inflación, sino su combinación con un cambio en el discurso de la Fed, lo que provocó un enorme impulso al sentimiento inversor. En este sentido, el gobernador Waller, considerado como uno de los mayores “halcones” de la Reserva Federal, sugirió a principios de la semana que, si la desinflación continúa durante varios meses más, la Fed podría estar en condiciones de bajar los tipos de interés en «tres meses, cuatro meses, cinco meses». Como puede apreciarse, estamos asistiendo a las primeras grietas en la narrativa “tipos más altos por más tiempo”, que había sido absolutamente dominante en los meses anteriores. Aunque otros miembros del FOMC que hablaron esta semana, incluido el presidente Powell, parecieron más neutrales, no se esforzaron mucho en matizar las palabras de Waller.

Como consecuencia, los rendimientos de los bonos del Tesoro a 2 años terminaron la semana por debajo del 4,6% en Estados Unidos, frente al 4,95% del viernes anterior y en niveles vistos por última vez en junio. En Europa, a pesar de que los miembros del Consejo de Gobierno habían mantenido un discurso agresivo, el gobernador del Banco de Francia, Villeroy, se desmarcó del tono general el viernes. El miembro del BCE hizo hincapié en la rápida desinflación en la eurozona, añadiendo que las subidas de tipos habían terminado «en ausencia de un shock». En consecuencia, los mercados están valorando ahora una probabilidad de más del 50% de que la Reserva Federal y el BCE realicen un primer recorte de tipos en marzo. Como era de esperar, los mercados financieros acogieron con agrado la expectativa de tipos de interés más bajos, especialmente porque no ha venido acompañada de un deterioro significativo en las perspectivas de crecimiento.

El principal impulsor de la desinflación ha sido la reversión de los choques de oferta que fueron los primeros causantes de la crisis. En concreto, las cadenas de suministro afectadas por la pandemia ya se han normalizado por completo. Asimismo, los precios de la energía se han retirado de los máximos alcanzados en 2022 tras la invasión rusa de Ucrania, aunque siguen siendo elevados. El petróleo ha vuelto a la zona de 80 dólares por barril, sin que la reunión de la OPEP+ de la semana pasada haya hecho mucho para cambiar la dinámica bajista del precio del crudo, ya que persisten las dudas sobre si los países implementarán plenamente los recortes voluntarios de producción acordados. En Europa, el gas natural se cotiza actualmente a 40 euros por megavatio/hora, sustancialmente por encima de los niveles previos a la pandemia, pero un 66% por debajo de los precios de noviembre pasado, y los riesgos al alza se han aliviado ya que los sistemas de almacenamiento de gas de los países occidentales están cerca de su capacidad máxima, lo cual les otorga una posición muy sólida ante un eventual corte de suministro. Y así, una vez que podemos dar ya por superados los problemas de oferta, la demanda interna y las condiciones del mercado laboral toman el protagonismo y determinarán si la desinflación puede continuar en 2024 y con qué rapidez. Esto hará que los datos sobre el mercado laboral sean cada vez más importantes.